
Seguían pasando los días y así los meses, y no tenia coraje para hablar, con él. Una mañana de otoños Pedro llego con un ramo de flores, muy feliz, con una cajita. En ella estaban las alianzas. Ya era tarde para dar marcha atrás, pusieron fecha y continuaron, sólo quedaba continuar con los preparativos para la gran boda.
Así fue se casaron un mediodía de octubre, con un sol brillante, que prometía un futuro perfecto, según las tías. La luna de miel fue en México, la disfrutaron. Era lo que se había planeado, hasta el momento; se venia la prueba de fuego, nunca antes habían convivido. Y al regreso el famoso hasta que la muerte nos separe o hasta que lo que nos unió un día se esfume y se convierta en la agonía de los amantes que no saben estar solos.
Con el correr de los meses y llego Brenda, su primer hijo, que los unió más aun. Aunque a Zoe el matrimonio no le había sentado bien, se estaba olvidando de mirarse al espejo, en fin… se desdibujaba su imagen de mujer.
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