lunes, 18 de mayo de 2009

Un instante en el paraíso

Nuevamente una pulserilla en mi muñeca me llevaba al paraíso.
Como si los personajes de William Shakespeare se escaparan de la obra y salieran a hacer lo que más le gusta, y dejaran volar su creatividad.
Ya Romeo no escala un balcón, sino que usa escaleras, que sube y baja como la mejor vedette del momento. Dejando de lado su amor incondicional por Julieta, enamora a todas las doncellas del lugar, que han venido a suspirar por él y sus secuaces, soldados siempre listos para el derroche de energía.
Sin decirlo, y con una mirada cómplice de la persona que me acompaño al lugar, sabemos que es más de lo que esperábamos y tiene gusto a poco. Quisiéramos vivir mil noches con Romeo y sus amigos, sonando y viéndolos brillar, como siempre.
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