
Un cigarrillo que se convirtió en medio atado, pero para entonces su ritmo cardiaco había vuelto a la normalidad, y lo único que atino fue, a hace esa llamar desde su celular y escuchar esa voz que podía tranquilizarlo. Pero esta vez solo pudo oír su vos en una casilla de contestador.
Continuo su camino, llego a su casa sin la tranquilidad que deseaba, como de costumbre hablo, pero menos de lo habitual, en la cena se tomo una botella de vino, y se retiro a dormir sin notar que su familia quería un poco de afecto. Dormir un decir, su cabeza recorría la escena vivida esa tarde.
¿Que había vivido esa tarde? Sencillamente había caído por cuarta o quinta vez, en el mismo juego. Un poco perverso el juego, pero muy brillante.
Es que el poder de una mujer es infinito y en nueve o diez meses el envase se rediseña, lo que cuenta es que su mente es brillante y eso es lo único que no se puede cambiar.
Porque esta probado que el envase cambio, pero la inteligencia es la misma que lo cautivo esa primera vez.
Que hay de verdad, que hay de mentira. Todo y nada. Solo un divague. No acto para neuróticos.
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